San Agustín (354-430)
Obispo de Hipona (Norte de África) y Doctor de la Iglesia
2º Discurso sobre el Salmo 33, §8; PL 36.312
Ir a tu habitación es regresar a tu corazón. Bienaventurados los que se alegran de volver a su corazón y no encuentran allí nada malo.
Son muy dignos de lástima aquellos que, al regresar a casa, temen ser expulsados a causa de amargas peleas con su familia. Pero cuánto más infelices son aquellos que no se atreven a volver a su propia conciencia por temor a ser ahuyentados por el remordimiento de sus pecados.
Si quieres volver a tu corazón con placer, purifícalo. “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”. (Mt 5, 8) Quitad de vuestro corazón las manchas de la codicia, las manchas de la avaricia, la úlcera de la superstición; quitad el sacrilegio, los malos pensamientos, el odio. No hablo sólo de aquellas cosas contra tus amigos sino incluso de aquellas contra tus enemigos. Sácalos todos, luego regresa a tu corazón y serás feliz.
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