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San José, patrono de la Iglesia


León XIII

Papa de 1878 a 1903

Pluriedades de Quanquam


José se convirtió en guardián, administrador y defensor legal de la casa divina de la que era jefe. Y durante todo el transcurso de su vida cumplió con esos cargos y esos deberes. Se propuso proteger con gran amor y solicitud diaria a su esposa y al Divino Niño; regularmente con su trabajo ganaba lo necesario para uno y otro para alimento y vestido; guardó de la muerte al Niño amenazado por los celos de un monarca; en las miserias del camino y en las amarguras del exilio fue siempre el compañero, el auxilio y el sostén de la Virgen y de Jesús.


Ahora bien, la casa divina que José gobernaba con la autoridad de un padre, contenía dentro de sus límites a la Iglesia apenas nacida. Por el mismo hecho de que la Santísima Virgen es madre de Jesucristo, lo es de todos los cristianos a quienes dio a luz en el Monte Calvario en medio de los supremos dolores de la Redención; Jesucristo es, en cierto modo, el primogénito de los cristianos, quienes por la adopción y la Redención son sus hermanos. (Rm 8,29)


Y por tales razones, el Beato Patriarca considera confiados especialmente a su confianza a la multitud de cristianos que componen la Iglesia, esta familia ilimitada extendida por la tierra, sobre la cual, por ser Esposo de María y Padre de Jesucristo, tiene, por así decirlo, una autoridad paterna. Es, entonces, natural y digno que, mientras el bienaventurado José atendía todas las necesidades de la familia de Nazaret y la rodeaba con su protección, ahora se cubra con el manto de su patronato celestial y defienda la Iglesia de Jesucristo.

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