Miriam El-Zeinati de maronitas.org
En Nochebuena, el Cielo recibió un nuevo santo para ofrecer a la tierra el regalo más hermoso.
La noche en que Dios envió a su único Hijo como regalo a la humanidad, Chárbel Majlouf se elevó al seno de los cielos, de modo que la fiesta en su memoria se convirtió en dos fiestas.
En este día, san Chárbel murió, y nació un nuevo santo. San Chárbel ascendió al cielo, convirtiéndose en nuestro mediador, escuchando nuestras demandas y elevándolas a Dios.
Esta noche, san Chárbel se sienta junto al niño del pesebre en el cielo, recordando a cada niño enfermo ya cada niño que necesita su intercesión.
Esta noche, san Chárbel se sienta junto a la madre que está feliz con el nacimiento de su Hijo, recordando a cada mujer que no ha tenido un hijo, ya cada madre que teme por su hijo por el hambre, la pobreza y las enfermedades.
En esta noche, san Chárbel mira al santo padre educador y otorga sus bendiciones a cada padre que fue el sostén de su familia ya cada familia que perdió su apoyo.
Hoy, san Chárbel mira a esta Sagrada Familia desde las alturas de los cielos, negándose a apartar la mirada de cualquier familia fiel que se le acerque para buscar su intercesión y obtener la gracia de la curación.
No es coincidencia, entonces, que san Chárbel se convirtiera en el médico del cielo, el que ascendió a él la noche del nacimiento de Cristo, que comparó a los más pobres de los pobres, y no pudo evitar acudir en ayuda de todos los necesitados.
Esta noche, la tierra ganó dos regalos, el primero, el Hijo de Dios, que había descendido de Su trono para darle la salvación, y el segundo, un santo que se elevó de un humilde monasterio al trono de los cielos.
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