Es tradicional que en enero el Papa se reúna con los embajadores acreditados ante la Santa Sede. Es un encuentro donde les expone las prioridades del año que comienza.
Francisco empezó hablando sobre la pandemia y las vacunas contra el covid.
Apoyó la vacunación pues resaltó que “cuidar la salud propia y la del entorno” es una obligación moral.
Por: RomeReports
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"Cuidar de la salud es una obligación moral. Sería conveniente que instituciones como la Organización Mundial del Comercio y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual adapten sus propios instrumentos jurídicos, para que las reglas monopólicas no constituyan ulteriores obstáculos a la producción y a un acceso organizado y coherente a los tratamientos a nivel mundial".
Dedicó mucho tiempo a la crisis migratoria y pidió solidaridad y denunció el uso de migrantes como arma política.
"Por desgracia, también es preciso destacar que los mismos migrantes a menudo son transformados en armas de chantaje político, en una especie de “mercancía para negociar”, que despoja a las personas de su dignidad".
Al Papa también le preocupa el aumento de la polarización en la sociedad y la que llamó “cultura de la cancelación”.
"En nombre de la protección de la diversidad, se termina por borrar el sentido de toda identidad, corriendo el riesgo de hacer callar las posiciones que defienden una idea respetuosa y equilibrada de las varias sensibilidades. Se va construyendo un pensamiento único, peligroso, que obliga a renegar de la Historia, o peor aún, a reescribirla con base en categorías contemporáneas".
En ese sentido recordó que hay valores permanentes que son válidos en todas las circunstancias.
"Nunca debemos olvidar que hay algunos valores permanentes. FLASH Esos valores básicos están más allá de todo consenso. Deseo destacar especialmente el derecho a la vida, desde la concepción hasta su fin natural, y el derecho a la libertad religiosa".
Por último el Papa lamentó la indiferencia ante graves guerras como en Siria y Yemen. Y mencionó otras situaciones críticas como Líbano, Israel, Palestina o Ucrania, entre tantos otros.
"Quien tiene armas, tarde o temprano acaba usándolas, porque, como decía san Pablo VI, 'no es posible amar con armas ofensivas en las manos'".
No faltaron alusiones al desafío climático, a la crisis de los abusos a menores en la Iglesia y a la lucha contra la pobreza.
La Santa Sede es uno de los Estados con más relaciones diplomáticas, pues intercambia embajadores con 183 países.
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