La Imitación de Cristo
tratado espiritual del siglo XV
Libro II, cap.1, 2-3
“El Reino de Dios está dentro de ti”, dice el Señor. Levanta, alma fiel, prepara tu corazón para este Esposo; para que se digne venir y habitar dentro de ti. Porque así lo proclamó: «El que me ama, mi palabra guardará; y vendremos a él, y haremos en él nuestra morada» (Jn 14, 23). Haz lugar para Cristo, y luego cierra la puerta contra todos los que vengan.
Cuando tienes a Cristo, tienes todas las riquezas que necesitas. Él será tu proveedor y tu administrador fiel en todas las cosas; no tendrás necesidad de esperar en los hombres. Porque los hombres son rápidos para cambiar y morir rápidamente; pero Cristo “permanece para siempre” (Jn 12, 34), manteniéndose firme hasta el final.
No se debe confiar mucho en el hombre, aunque nunca sea tan amado o tan útil; porque se desmorona y muere. Y no se debe sentir mucha tristeza si a veces se vuelve contra ti: contigo hoy, contra ti mañana; y voluble como la brisa para volver a ti otra vez. Pon toda tu confianza en Dios; sea él tu miedo y él tu amor. Él responderá por ti y hará lo bueno que sea mejor para ti.
“Aquí no tenemos ciudad permanente” (Heb 13,14); dondequiera que estés, eres “forastero” (Hb 11,13); nunca en ningún momento tendrás paz hasta que seas íntimamente uno con Cristo.
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