Artículo de opinión de Najat Rochdi, Coordinadora Residente y Humanitaria de la ONU en el Líbano
Por Ici Beyrouth
Publicación en español con la autorización expresa de Ici Beyrouth y de maronitas.org
Publicado el 1 de agosto de 2021
Apenas tres días después de tomar posesión de mi cargo como Coordinador Residente y Humanitario de la ONU para el Líbano, unas devastadoras explosiones arrasaron el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020, cobrándose la vida de más de 200 personas e hiriendo a miles más, por no hablar de la pulverización de barrios enteros. Estaba en casa, repasando mis expedientes, preparándome para mi nueva función en un país en el que siempre he aspirado a trabajar para servir a sus excepcionales gentes.
La explosión del puerto de Beirut fue un punto de inflexión para el Líbano, para su gente, pero también para mí. Dos años después, las secuelas aún se dejan sentir y el país sigue luchando por la justicia y por recuperarse de este desastre que ha afectado no sólo a los libaneses, sino al mundo entero.
He escuchado testimonios de conmoción, pérdida y sufrimiento durante mis numerosas visitas al terreno. Una imagen resume quizás mi estancia en el Líbano: mientras caminaba por las calles de Beirut, me conmovieron profundamente los esfuerzos individuales de los ciudadanos libaneses que se apresuraron a ayudar a sus compatriotas en algunas de las zonas más afectadas de la capital. Fue una señal muy fuerte de solidaridad humana y nacional.
La comunidad internacional, a la que yo llamo "amigos" del Líbano, también mostró su solidaridad a través de las inmediatas muestras de apoyo de todo el mundo. Quiero agradecerles su presencia constante al lado del Líbano y de su pueblo, su confianza y su apoyo inquebrantable. Fue especialmente difícil. Sin embargo, en medio de esta oscuridad, nuestro sentido común humano ha prevalecido y juntos alcanzaremos la luz al final del túnel. Espero que ustedes, los "Amigos del Líbano", sigan impulsando y defendiendo las buenas causas por el bien del pueblo libanés.
Además, tenemos la responsabilidad colectiva de preservar la estabilidad del Líbano y apoyar su recuperación para que su pueblo pueda por fin disfrutar de prosperidad, paz y progreso sostenible. La solidaridad es lo mejor de nuestra humanidad. No tiene religión, género, nacionalidad o agenda política. Es la única manera de dar un giro al Líbano. De hecho, a lo largo de mis dos años en el Líbano, ya sea ayudando a afrontar las consecuencias de las terribles explosiones del puerto de Beirut, la pandemia del COVID-19 o la actual crisis socioeconómica, nuestra humanidad común ha demostrado que somos capaces de mover montañas, pero sólo si trabajamos juntos.
No cabe duda de que la recuperación del Líbano está en manos del Estado libanés y depende en gran medida de su voluntad política y de su compromiso para aplicar importantes reformas. También es sabido que los gobiernos funcionan mejor cuando se guían por un contrato social que tiene en cuenta las voces de todos los componentes de la sociedad. Esto es especialmente relevante y esencial en el caso del Líbano. Los libaneses exigen que se respeten sus derechos y libertades fundamentales. Además, quieren tener voz en las decisiones que afectan a sus vidas. Quieren recibir un trato igualitario y tener una representación equitativa en la elaboración de políticas públicas y privadas, como se recoge explícitamente en la Constitución libanesa.
La renovación del contrato exigirá derechos y deberes mutuos por parte del Estado y del pueblo libanés, donde la transparencia, la inclusión, la responsabilidad y la ciudadanía estarán en el centro de este compromiso mutuo. De este modo se restablecerá la confianza en el sistema político y en las instituciones públicas.
Mi misión en el Líbano fue extraordinaria. Ha sido un viaje plagado de retos, pero también de hitos y logros sobre los que podemos construir. Entre ellos se encuentran el Marco de Reforma, Recuperación y Reconstrucción (3RF), el Plan de Respuesta de Emergencia y el Marco de Cooperación para el Desarrollo Sostenible de la ONU, que guiarán al Líbano en el camino hacia el desarrollo sostenible. En este sentido, he contado con el apoyo del gobierno, que ha mostrado su buena voluntad, el sector académico, los medios de comunicación, las ONG, los embajadores y otros socios locales e internacionales. Siempre les estaré agradecido. Nada de esto habría sido posible sin su constante apoyo y su valiosa ayuda.
Me voy de este hermoso país con un corazón pesado y triste, sabiendo que aún queda mucho por hacer y que desearía poder hacer más. Pero estoy muy orgulloso de lo que se ha logrado hasta ahora a través de los mecanismos de desarrollo y asistencia humanitaria de la ONU, para el pueblo libanés, las comunidades locales, las instituciones públicas y las poblaciones más vulnerables, incluidos los migrantes y los refugiados.
El trabajo de la ONU está lejos de haber terminado. Los retos son inmensos, pero la voluntad del equipo de la ONU en el Líbano y la determinación de la gente están demostrando ser aún más fuertes. A medida que el Líbano se embarca en una nueva fase de recuperación y reforma, el fortalecimiento de las asociaciones es esencial para iniciar un cambio rápido y sistémico, centrado en las necesidades y aspiraciones de la población.
Preservar la estabilidad y la prosperidad del Líbano redunda en interés de todos. La belleza del Líbano reside en su gente. El país prospera gracias a su diversidad, su unión y su rico capital humano. En nuestro esfuerzo colectivo por ayudarle a superar su crisis multidimensional y prepararse para la etapa posterior a la crisis, que garantizará una mayor equidad, oportunidades y dignidad para todos, creo que el Líbano ha ofrecido una gran lección a la humanidad... A la inversa, estoy seguro de que la humanidad necesita al Líbano.
A todos los libaneses les digo y les aseguro que sí, que hay esperanza. El Líbano tiene amigos que nunca lo han abandonado y nunca lo abandonarán ni a su pueblo, y les pido que aprecien su país y preserven su singularidad y su belleza. Sólo hay un Líbano. Siempre confiaré en la estrella de la suerte que me permitió trabajar para este fascinante país.
Hoy, el Líbano necesita a los libaneses más que nunca.
Texto original en francés: Mon passage au Liban
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