San Agustín (354-430)
Obispo de Hipona (África del Norte) y Doctor de la Iglesia
Sermones sobre el Evangelio de San Juan
“El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás.” ¿Que se dice? “El que cree en mí, aunque esté muerto como Lázaro, vivirá” porque Dios no es Dios de muertos sino Dios de vivos. Ya con respecto a Abraham, Isaac y Jacob, esos patriarcas muertos hacía mucho tiempo, Jesús había dado la misma respuesta: “Él es el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob; no es Dios de muertos sino de vivos, porque para él todos están vivos” (Lc 20, 37-38).
Cree, entonces; y aunque estés muerto, ¡vivirás! Pero si no crees, aunque estés vivo, en realidad estás muerto. ¿De dónde viene la muerte en el alma? Del hecho de que la fe ya no está allí. ¿De dónde viene la muerte del cuerpo? Del hecho de que el alma ya no está allí. El alma del alma es la fe.
“El que cree en mí, aunque muera en el cuerpo, vivirá en el alma hasta que el cuerpo mismo resucite para no morir más. Y el que vive en la carne y cree en mí, aunque tenga que morir en su cuerpo por un tiempo, no morirá para siempre a causa de la vida del Espíritu y de la inmortalidad de la resurrección”.
Eso es lo que significó la respuesta de Jesús a Marta. “¿Crees esto?” “Sí, Señor”, respondió ella, “he llegado a creer que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que viene a el mundo. Creyendo esto, he creído que tú eres la resurrección; he creído que tú eres la vida; He creído que el que en ti cree, aunque muera, vivirá; He creído que todo el que vive y cree en ti no morirá eternamente.”
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