Melitón de Sardes (?-c.195)
obispo
Homilía pascual, 57-67 (cf SC 123)
El misterio pascual se cumple en el cuerpo del Señor. Pero ya había predicho sus propios sufrimientos en los patriarcas, profetas y en todo su pueblo; los había confirmado con su sello en la Ley y los profetas.
Este futuro inaudito y magnífico había sido preparado mucho antes; Prefigurado durante mucho tiempo, el misterio del Señor se ha hecho visible hoy, porque el misterio del Señor es a la vez viejo y nuevo.
¿Quieres ver, entonces, el misterio del Señor? Consideremos a Abel, condenado a muerte como él; Isaac, atado como él; José, vendido como él; Moisés, mostrado públicamente como él; David, perseguido como él; los profetas que, como él, fueron maltratados en nombre de Cristo. Por último, considere el cordero sacrificado en la tierra de Egipto, que hirió a Egipto y salvó a Israel con su sangre.
El misterio del Señor también fue anunciado por la voz de los profetas. Moisés dijo al pueblo: “Vivirás en constante suspenso y en temor, de noche y de día, sin estar nunca seguro de tu existencia” (Dt 28,66). Y David dijo: “¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos dicen locura? Se levantan los reyes de la tierra y los príncipes conspiran juntos contra el Señor y su Ungido” (Sal 2,1-2). Y Jeremías: "Yo, como cordero confiado llevado al matadero, no me había dado cuenta de que estaban tramando complots contra mí, diciendo: '...Cortémoslo de la tierra de los vivientes para que su nombre no sea mencionado más' (Jer 11,19). E Isaías: “Como cordero llevado al matadero, o como oveja ante sus trasquiladores, calló y no abrió su boca… ¿Quién hubiera pensado en su destino?” (Is 53,7).
Muchos otros acontecimientos han sido predichos por numerosos profetas respecto al misterio pascual que es Cristo. Fue Él quien nos libró del servicio al mundo como de la tierra de Egipto y quien nos arrebató de la esclavitud del diablo como de la mano de Faraón.
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