Por: Rita Karam de maronitas.org
Lleva las preocupaciones de los miserables y el dolor de los débiles y los convierte en esperanza. Es Don Bosco, sacerdote y amigo, padre y mentor. Él es el príncipe de la educación que sacó a la juventud de la oscuridad de la vida y la corrupción de la sociedad y enriqueció a los pobres y desamparados con su ternura de padre y ayudante.
Juan Bosco prometió a Dios dar su vida hasta el último suspiro por su juventud necesitada, ¡y así fue! Así que se dedicó audazmente a la educación, que consideraba “la obra del corazón”. Dios entró en el corazón de los jóvenes, no solo a través de la iglesia, sino también a través de la escuela y la sociedad.
Confiado en Dios y en la Virgen María, y con la oración de su madre, Margarita, el joven ambicioso y fiel se vistió con el manto del sacerdocio y adquirió un gran conocimiento de teología que le permitió fortalecerse para un mejor servicio. Reunió a niños y niñas abandonados y marginados de las calles, callejones y prisiones, los vistió, alimentó, enseñó, se hizo amigo de ellos, jugó con ellos y más que eso, los presentó a Jesucristo al final de cada día en la clase de educación religiosa. Así sembró en los jóvenes los principios de la fe, los guió por el camino de la justicia, y los previno contra los vicios, así los protegió de la corrupción y el extravío.
Don Bosco tuvo éxito en su misión porque conservó el espíritu de pobreza que en él suscitó su madre, por lo que el cielo lo colmó de bendiciones. El número de jóvenes que escapaban de la inmoralidad de la sociedad aumentó al cuidado del sacerdote activo, por lo que se vio obligado a permanecer en la búsqueda constante de un lugar cada vez más amplio que incluyera a sus hijos, hasta que se instalaron en un gran salón que él inaugurada en la Semana Santa de 1845, en la que realizó la primera misa y la llamó Iglesia de San Francisco de Sales, y también alquiló habitaciones adicionales y lo ayudó.
Su madre estaba al cuidado de los niños que la querían mucho y lloraron su ausencia el día de su muerte, como el dolor de los niños por su madre.
Don Bosco estableció muchas escuelas, institutos y edificios de iglesias, además de establecer dos órdenes monásticas que se extendieron a la velocidad del rayo: los Padres Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora. Siguieron el camino de su fundador tras su muerte el 31 de enero de 1888, a la edad de 73 años. Se extendieron por Europa, Asia, África, América y Australia, fundando misiones y escuelas, e instalando hospitales y albergues.
Hoy, en el recuerdo del nacimiento de San Juan Bosco, rezamos por: la unidad de la Iglesia, la paz en Oriente Medio, los refugiados y desplazados, los jóvenes desempleados, los niños, las vocaciones monásticas y sacerdotales, las familias jóvenes, la familia salesiana y el Papa Francisco.
Oramos también hoy, por intercesión de Don Bosco, para que los educadores sigan sus huellas en su misión educativa, estando al lado de los jóvenes, apoyándolos con espíritu de responsabilidad, y pensandoo audazmente iniciativas adecuadas para crear un nuevo ser humano lleno del espíritu de Cristo ¡Amén!
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