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«Dando fruto al treinta, al sesenta o al ciento por uno»


#maronitas


San Cesáreo de Arlés (470-543)

monje y obispo

Sermones dirigidos al pueblo, n.6; CCL 103,32 (SC 175)


Hermanos, hay dos clases de campo: el primero es el campo de Dios, el segundo es el campo del hombre. Tienes tu propiedad; Dios también tiene el suyo. Tu propia propiedad es tu tierra; La propiedad de Dios es tu alma. ¿Es correcto que cultives tu propiedad y dejes el barbecho de Dios? Si cultivas tu tierra pero no cultivas tu alma, ¿es porque quieres poner en orden tu propia propiedad pero dejar el barbecho de Dios? ¿Está bien? ¿Merece Dios que descuidemos el alma que tanto ama? Te alegras cuando ves tu propiedad bien cultivada; ¿Por qué no lloras cuando ves tu alma en barbecho? Hacemos que los campos de nuestra propiedad cobren vida por unos días en este mundo; Cuidar nuestras almas nos permitirá vivir para siempre en el cielo.


Dios se ha dignado confiarnos nuestras almas como propiedad suya; Así que pongámonos a trabajar con todas nuestras fuerzas, con su ayuda, para que cuando venga a visitar su propiedad la encuentre bien cultivada y en perfecto orden. Que encuentre cosecha y no espinas; que encuentre vino y no vinagre, maíz en lugar de paja. Si encuentra en él todo lo que pueda ser agradable a sus ojos, nos dará a cambio una recompensa eterna, pero las espinas serán arrojadas al fuego.

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