San Máximo el Confesor (c.580-662)
monje y teólogo
La vida ascética
Habiendo aprendido de la Escritura lo que es el temor del Señor y cuáles son su bondad y amor, volvámonos a él con todo nuestro corazón. Guardemos sus mandamientos y amémonos unos a otros con todo nuestro corazón. Llamemos 'hermanos' incluso a los que nos odian y nos detestan, para que el nombre del Señor sea glorificado y dado a conocer en todo su gozo. Nosotros, que somos una prueba los unos para los otros: perdonémonos unos a otros. No tengamos envidia de los demás y, si estamos expuestos a los celos, no nos ultrajemos. Mostrémonos más bien compasivos los unos con los otros y traigamos sanación unos a otros con nuestra humildad. No nos dejéis calumniar ni burlarnos porque todos somos hermanos los unos de los otros.
Amémonos unos a otros y seremos amados por Dios. Seamos pacientes unos con otros y él se mostrará paciente con nuestros pecados. No devolvamos mal por mal y no recibiremos lo que nosotros mismos hemos merecido por nuestros pecados. Porque obtendremos el perdón de nuestros pecados perdonando a nuestro hermano, y la misericordia de Dios se esconde en la misericordia hacia nuestro prójimo.
Ya ven, el Señor nos ha dado los medios para salvarnos a nosotros mismos y la fuerza del cielo para convertirnos en hijos de Dios.
Comments