San Bernardo (1091-1153)
Monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermones sobre el Cantar de los Cantares, núm. 28, 9-10 (©Cistercian Publications Inc., 1976)
Sólo el oído que capta la palabra posee la verdad..."No me toquéis", dice el Señor. Quería decir: no dependas más de este sentido falible; Pon tu confianza en la palabra, acostúmbrate a la fe. La fe no se puede engañar.
Con el poder de comprender verdades invisibles, la fe no conoce la pobreza de los sentidos; trasciende incluso los límites de la razón humana, la capacidad de la naturaleza, los límites de la experiencia.
¿Por qué le pides al ojo que haga algo para lo que no está preparado? ¿Y por qué la mano se esfuerza en examinar cosas que están fuera de su alcance? Lo que puedas aprender de estos sentidos tiene un valor limitado. Pero la fe os hablará de mí sin restar valor a mi grandeza. Aprende a recibir con mayor confianza, a seguir con mayor seguridad, cuanto la fe te recomiende.
"No me toquéis, porque aún no he subido a mi Padre". ¡Como si después de haber ascendido quisiera o pudiera ser tocado por ella! Y, sin embargo, se le podía tocar, pero con el corazón, no con la mano; por el deseo, no por los ojos; por la fe, no por los sentidos. "¿Por qué quieres tocarme ahora?" dice... "¿No os acordáis que siendo aún mortal, los ojos de los discípulos no pudieron soportar por un corto espacio la gloria de mi cuerpo transfigurado que estaba destinado a morir?
Todavía me acomodo a vuestros sentidos por llevando esta forma de siervo (Fil 2,7) que estáis acostumbrados a ver, pero esta gloria mía es demasiado maravillosa para vosotros... Aplaza, pues, tu juicio... En su comprensión más plena, la fe la definirá más dignamente. y más seguramente... Me tocará dignamente la que me acepte sentado con el Padre (Mc 16,19; Sal 110[109],1), ya no con apariencia humilde, sino en mi propia carne transformada con el cielo. belleza. ¿Por qué desear tocar lo feo? Ten paciencia para que puedas tocarme en mi belleza”.
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