Por: Rita Karam de maronitas.org
Hace 46 años, el 9 de octubre de 1977, el Líbano se vistió por primera vez con el manto de la santidad cuando Charbel Makhlouf fue declarado santo. Desde entonces, Charbel y el Líbano han estado en todas las lenguas, porque el nombre del monje de Annaya, que vivía silenciosa y ascéticamente en su ermita, ha sonado con fuerza en todos los rincones del Líbano, traspasando todas las fronteras geográficas y temporales, y arraigándose en los corazones. de libaneses y no libaneses en todo el mundo.
Hoy, en el cuadragésimo sexto aniversario de su declaración como santo, mientras del cielo llueve sus primeras gotas de otoño, pronosticando un duro invierno, levantamos la vista hacia el calor del santo del Líbano y el encierro de Annaya.
Nos sentamos en presencia de Su Santidad en silencio, con mil una palabras en nuestros ojos y en nuestro corazón latiendo de esperanza, y tocando las melodías del santo silencio en celebración del hombre del silencio, la austeridad y la mortificación, y en celebración de quienes se atrevieron a probar, “¡Qué bueno es el Señor!” Cada vez se arrodillaba ante el Santísimo Sacramento o lo sostenía en sus manos ofreciéndolo a Dios.
Hoy contemplamos al hijo de nuestra patria que reflejó la belleza, la mansedumbre y la bondad del Señor, no adoró a la gente, ni acumuló dinero, ni fue débil ante los deseos, sino que se embriagó de la copa de la fe y la bebió sorbo a sorbo, curó almas, curó heridas, restauró a los perdidos y tomó la mano de todos los que acudían a él.
Permítenos, Charbel, apoyar nuestra cabeza sobre tus hombros, mientras anhelamos un nuevo milagro que erradique todos los pensamientos “malos” de nuestras mentes, reorganice los latidos de nuestro corazón según el pulso de nuestra fe cristiana y libere nuestra cuerpos de cada pecado que les ha tocado y nuestros pensamientos de cada gorgojo que les ha roído.
En el aniversario de su reverencia, todos esperamos que el Líbano y su pueblo triunfen sobre todo mal que intente arruinar nuestro buen carácter o desestabilizar nuestro sistema de coexistencia, pinchar las conciencias de nuestros líderes y ponerlos en un sueño profundo y estéril. Todos esperamos que el Líbano salga victorioso de entre las ruinas y supere todas las crisis políticas, económicas, sociales, de seguridad y sanitarias.
Hoy, Charbel, tu pueblo y tu iglesia necesitan que nos conduzcas a la justicia de la salvación. Regresarlo a la neutralidad y convertirlo nuevamente en la “patria del mensaje”.
Hoy te pedimos que difundas la fragancia de tu santidad por toda la nación y difundas nuestra tierra con tus heroicas virtudes, para que recordemos cómo ser buenos cristianos y nos conduzcamos unos a otros hacia la inevitable santidad.
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